Hola queridos amigos, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. Hoy hablaremos sobre la diferencia entre la transformación y la transmutación.
La antigua alquimia tenía como finalidad lograr la conversión de los metales comunes en oro. Es por eso que a esta disciplina se la puede definir como el arte de transmutar los metales. Por eso la transmutación actualmente se entiende como la conversión de un elemento químico en otro. Por su parte, la transformación se define como el proceso mediante el cual algo cambia de forma.
Supongámonos escultores por un momento. Si tomamos por ejemplo unas cuantas chapas y varillas de hierro y mediante diversas técnicas logramos realizar la escultura de uno de nuestros animales favoritos, entonces, habremos realizado un proceso de transformación. Cambiamos la forma original en que estaba presente la materia prima, en este caso el hierro, para dar lugar a la escultura que estábamos buscando. Mediante la transformación, el cambio de forma, pudimos crear nuestra escultura, nuestra obra de arte. Sin embargo, en esencia, nuestra escultura sigue siendo lo mismo, hierro. Por más que pintemos nuestra obra o la recubramos con cualquier otro material, tras el aparente animal que esculpimos estarán los mismos átomos de hierro del principio.
Por el contrario, si ahora nos consideramos alquimistas y de alguna manera logramos modificar el núcleo de los átomos del hierro, entonces podríamos obtener el metal que quisiéramos, por ejemplo oro. En ese caso, el cambio que hubiéramos producido sería un cambio de esencia, un cambio de fondo.
De esta forma, en los dos ejemplos que expusimos quedan expuestas las diferencias entre la transformación y la transmutación. El primero de ellos, la transformación, consiste en un cambio de forma. Transformar se refiere entonces a lo aparente. Es un cambio desde lo externo. Es un cambio aparente, no esencial. En cambio transmutar es cambiar desde la esencia, desde lo interno. Ese es el verdadero cambio, allí es cuando se da un cambio de vibración, de energía.
Si lo vemos ahora desde un punto de vista espiritual, podemos decir que transformar es cambiar de una forma a otra, viene de lo externo, del otro. En el proceso de transformación hay tiempo de por medio. En cambio, transmutar es cambiar desde uno mismo, desde lo propio. En este caso, en la transmutación, no hay tiempo de por medio, el cambio es instantáneo. Es por eso que cuando cambiamos a instancias del otro, cuando es el otro quien nos incita a cambiar, el cambio no se sostiene, se desvanece al poco tiempo. Por el contrario, cuando el cambio proviene de nosotros mismos, se convierte en un cambio radical, un cambio que perdura, que está más allá del tiempo; eso es transmutar. Por eso se puede pensar a la transmutación como una especie de sublimación.
Y ahora bien, ¿para qué nos sirve la transmutación en nuestra vida? ¿Cómo podemos aprovecharnos del poder de la transmutación?
En el mundo en que vivimos, donde todo está contaminado, tanto en lo denso como en lo psíquico, la transmutación juega un papel fundamental, ya que gracias a ella podremos convertir el veneno en alimento. Convertir el veneno que destilan los mandatos y arquetipos de turno en alimento. De esa forma, cuando el veneno esté neutralizado podremos integrarlo en nuestra realidad. Recordemos que en la vida no se trata de renunciar a algo o destruirlo, sino de integrarlo. Debemos dejar de consumir los argumentos que son tóxicos para el cuerpo y el alma. Esos argumentos debemos transmutarlos, y esa transmutación se hace desde el Espíritu. Sólo desde el Sí mismo lograremos convertir en aliado nuestro todo aquello que antes nos dañaba.
Como decía Jung, para lograr la individuación, es decir para que podamos convertirnos en un individuo, debemos comenzar tomando conciencia de nuestra propia sombra, tomando conciencia de todo aquello que nos obstaculiza llegar al Sí mismo. Todo aquello que nos hace ruido, las cuestiones no aclaradas, los rasgos de lo arquetípico, lo que viene de afuera constituye nuestra sombra. Para bloquear la sombra debemos convertir el veneno de la misma en alimento. Con la alquimia, polarizados en el Sí mismo, desde el Espíritu, lograremos integrar nuestra propia sombra.
Recordemos que lo mismo que produce la caída, produce la elevación; la salida del laberinto siempre está en el mismo lugar donde se originó el laberinto. La clave está en la transmutación, la cual nos permite integrar. Después de todo, de eso se trata la individuación, que la persona transmute en un individuo.
Bueno mis amigos, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy. Hasta la próxima y gracias por escuchar.