Hola queridos amigos, bienvenidos a Cápsulas de Sabiduría. En el día de hoy reflexionaremos acerca de la aceptación de los hechos y circunstancias que se dan en la vida y como esto se vincula con la realidad que vivimos.
Para empezar, voy a decir algo de lo cual tomé conciencia hace unos cuantos años, y es que las cosas y las circunstancias no son ni buenas ni malas. Simplemente son. Somos nosotros quienes le ponemos la etiqueta de bueno o malo a una cosa o circunstancia.
En realidad, si reflexionamos con más profundidad, nos daremos cuenta que todo tiene un costado positivo o negativo, un costado de luz y de sombra. Es decir, cualquier suceso o circunstancia podrá ser para nosotros un nudo, un obstáculo o bien todo lo contrario, ese mismo suceso podrá ser un enlace, un puente. Dependerá de cómo nos posicionemos para que algo sea un nudo o un enlace.
En definitiva, las cosas son como son y ante eso, ante el hecho, no podemos hacer nada, sin embargo, en función de cómo nos posicionemos ante el hecho, de cómo nos apoyemos en él, el mismo podrá ser un enlace o un nudo para nosotros. La clave está en posicionarnos estratégicamente, en apoyarnos estratégicamente para que las circunstancias que vivamos sean un enlace hacia nuestra liberación. Por lo tanto, podemos decir que lo más conveniente es situarse más allá de las cosas, de las situaciones, de manera que las mismas sean puentes para nosotros.
Y si en un primer momento, las situaciones son nudos, son obstáculos para nosotros entonces deberemos resignificarlas. Resignificar algo es cambiarlo de signo, darle el sentido opuesto. De manera que como decían los orientales, seamos capaces de cabalgar el tigre, evitando que nos devore y de ese modo, utilizarlo de modo tal, que nos permita lograr la liberación, llegar al Sí mismo. Es decir, utilizar lo que nos podía devorar para orientarnos y que nos lleve hacia donde nosotros queremos ir. Eso es resignificar una circunstancia, un suceso. Lo que era un nudo termina siendo el camino hacia el Sí mismo. Lo que era la enfermedad termina siendo el remedio. Lo que era un veneno termina siendo alimento.
Y ahora bien, ¿cómo se resignifica un hecho? ¿Cómo se le cambia el signo? Esa pregunta es clave. Pues bien, la respuesta es categórica: siendo los constructores de nuestra propia realidad. No hay otra forma. Sólo podremos resignificar las cosas cuando seamos nosotros los dueños de nuestra vida, cuando vivamos una realidad propia.
¿Y cómo logramos eso? ¿Cómo construimos nuestra propia realidad? Siendo nuestros propios jueces, escuchando nuestros deseos más íntimos, rompiendo las cadenas de los arquetipos y paradigmas de turno, rompiendo las cadenas del deseo del otro. Sólo así lograremos orientarnos al Sí mismo.
Para terminar, vamos a citar unas palabras de Jiddu Krishnamurti que nos pueden aportar más claridad al caso. Y dice así: “No se trata de aceptar lo que es; lo que es no necesita ser aceptado. No aceptamos que somos morenos o blancos, puesto que ello es un hecho; sólo cuando tratamos de llegar a ser otra cosa, tenemos que aceptar. No bien reconocemos un hecho, éste deja de tener alguna significación; pero una mente adiestrada a pensar en el pasado o en el futuro, adiestrada a huir en múltiples direcciones, una mente así es incapaz de comprender lo que es. Sin la comprensión de lo que es, no podemos encontrar lo que es real; y sin esa comprensión, la vida carece de sentido, es una constante batalla en la que el dolor y el sufrimiento continúan. Lo real sólo puede ser comprendido comprendiendo lo que es. No puede ser comprendido si hay condenación o identificación. La mente que siempre está condenando o identificándose no puede comprender; sólo puede comprender aquello en lo que está atrapada. El entendimiento de lo que es, la comprensión de lo que es, revela extraordinarias honduras en las que está la realidad, el júbilo y la felicidad”.
Queridos amigos, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy.
Gracias por escuchar y hasta la próxima.