Reflexión #002

¿Se Puede Explicar la Verdad? ¿Se la puede transmitir? ¿Qué decía Krishnamurti?

Bienvenido, querido amigo, querida amiga, a Cápsulas de Sabiduría. Hoy vamos a continuar reflexionando sobre la verdad.

Habíamos dicho anteriormente que cada uno es dueño de su propia verdad. Justamente la clave de lo anterior está en la palabra PROPIA. Esto quiere decir que la verdad es individual, del individuo.

Durante toda nuestra vida estamos expuestos a la voz del exterior, del otro, el cual generalmente trata de imponernos su verdad. Sin ir más lejos, la cultura y los paradigmas de la época en que vivimos no son más que intentos de imponer, de explicar al individuo cuál debería ser su verdad. Sin embargo, aquí nos podemos hacer una pregunta muy perspicaz: ¿es posible explicar la verdad?

Pues bien, Jiddu Krishnamurti, uno de los grandes iluminados del siglo XX, afirmaba que la verdad no puede repetirse. Porque si se repite, ya deja de ser la verdad. Si analizamos con detenimiento esa frase, nos daremos cuenta que el hecho que la verdad no pueda repetirse, es equivalente a decir que la verdad no puede ser explicada. Ya que si se explica, deja de ser la verdad porque en ese momento sólo pasa a ser la interpretación de alguien, del otro. Es decir, cuando alguien intenta explicar la verdad, sólo brinda su interpretación, no más que eso. Es por esto, que la verdad en vez de explicarse debe mostrarse.

Y justamente esa era la finalidad de las llamadas Escuelas de Misterio (de tanto brillo y resplandor en el antiguo Egipto, como también en Grecia y en Roma). Las mismas no explicaban la verdad, sólo la mostraban, y era el estudiante quién veía la verdad por sí mismo. Justamente en el nombre escuelas de misterio, la palabra misterio hace alusión a que no hay una explicación en sí misma y es por eso que las enseñanzas de dichas escuelas suelen resultar ser crípticas o herméticas.

De esta forma, al ser mostrada, la verdad debe ser interpretada por nosotros, y si resuena, si vibra en nuestro interior, la hacemos propia. Esa interpretación que hacemos nosotros mismos, es lo que los antiguos griegos denominaban hermenéutica (la hermenéutica no es más que eso, una interpretación). Y como dijimos, si eso que nos es mostrado, eso que vemos, vibra o resuena en nuestro interior, entonces lo incorporamos y pasa a ser nuestra verdad.

Precisamente, cuando escuchamos algo de afuera que nos vibra o resuena es porque en realidad quién está hablando es nuestro Espíritu, el Sí mismo, nuestra fuente de sabiduría. Es decir, es algo que siempre estuvo en nosotros pero es en ese momento que lo hacemos consciente, es en ese momento que nos iluminamos con la luz de la sabiduría.

Por ejemplo, cuando leemos un libro o vemos una película, las verdades que vemos en ellas, resuenan en nuestro interior, y es ahí cuando las debemos tomar y hacer propias. Así iremos construyendo nuestra verdad, realizando nuestra individuación como diría Jung. De esta manera, romperemos las cadenas que vienen del afuera, del otro, esas ataduras provenientes de los mandatos familiares, sociales, culturales y que por temor a no cumplirlas nos producen ansiedad y angustia.

Porque, como bien decía Krishnamurti, finalmente lo que libera es la verdad, y no el esfuerzo de uno por liberarse.

Querido amigo, querida amiga, escucha a tu corazón, y deja que él te vaya indicando cuál es el camino hacia tu verdad. Porque recuerda siempre que el camino hacia el Sí mismo es individual.

Gracias por escuchar y hasta la próxima.

Porque, como bien decía Krishnamurti, finalmente lo que libera es la verdad, y no el esfuerzo de uno por liberarse.


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