Reflexión #008

¿Quién Soy? Una meditación de 10 minutos para conocerse a uno mismo

Hola queridos amigos y amigas, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. Hoy reflexionaremos sobre una de las preguntas existenciales por excelencia: ¿quiénes somos? Qué pregunta, ¿no? Sin dudas, se trata de una de esas preguntas que vale la pena hacerse.

En la vida, podemos dudar de todo, sin embargo hay algo de lo que todos los hombres jamás dudan, y ese algo es de su existencia. Nadie duda de que exista. Lo aceptamos como una verdad inmutable. Pero, ¿quiénes somos realmente? Pues bien comencemos a indagar entonces, comencemos a analizar la cuestión.

Cuando estamos en algún lugar y piden que nos presentemos, lo primero que decimos es nuestro nombre. Pareciera entonces que una respuesta a la pregunta de quienes somos podría ser nuestro nombre, nuestro nombre y apellido. Si seguimos analizando este punto nos daremos cuenta que nuestro nombre puede cambiar con el tiempo, y sin embargo, la sensación de quienes somos, la percepción de nosotros, seguirá intacta a pesar del cambio de nombre. Quiere decir que quienes somos, va más allá del nombre y del apellido que tengamos, ya que este termina siendo algo secundario, algo accesorio. Por supuesto que nuestro nombre es muy útil para que otros nos identifiquen, pero para quienes realmente somos, termina siendo algo secundario. Bien, quiere decir que no somos nuestro nombre.

¿Seremos entonces nuestra profesión, nuestra ocupación?

Otra manera muy común de definirnos, es mediante nuestra profesión u ocupación: soy médico, soy abogado, soy ingeniero, soy carpintero, soy ama de casa. Sin embargo, volvemos al mismo razonamiento anterior, la profesión u ocupación que tengamos es circunstancial, y si la cambiamos en algún momento, nuestro sentido del yo, nuestra conciencia de quienes somos permanecerá inalterable.

¿Seremos entonces los roles sociales?

Cuantas veces nos definimos con nuestro rol social, soy hijo o hija, soy hermano o hermana, soy esposo o esposa, soy padre o madre. Como vemos incluso somos varios roles distintos al mismo tiempo. Sin embargo, estemos en el rol que estemos nuestra conciencia de quienes somos es siempre la misma. Por lo tanto, tampoco somos los roles sociales.

Sigamos profundizando la indagación. ¿Soy mi cuerpo? ¿Soy un conjunto de carne y hueso entonces?

Para alguien bien materialista, para alguien que cree que lo único que existe es la materia, el cuerpo es el gran candidato para ocupar el lugar de quienes somos. Esas personas dirán que nuestra conciencia se genera en el cerebro al momento de nacer y desaparece al momento de la muerte. Sin embargo, sigamos indagando. Si fuéramos el cuerpo, entonces al momento de sufrir alguna enfermedad, o peor aún si sufriéramos la amputación de algún órgano o parte de nuestro cuerpo, la conciencia de quienes somos se debería ver mermada, ya que nuestro cuerpo propiamente dicho también lo estaría. Es decir, si nos identificamos completamente con nuestro cuerpo, cuando esté se ve mermado en algún sentido, nuestra conciencia del yo, también debería verse mermada. Incluso en los momentos de sueño profundo o de pérdida total de conciencia, nuestro yo sigue existiendo. En esos momentos nos olvidamos de todo lo que nos sucede, de todo lo que le pasa al cuerpo, sin embargo, al despertar recordamos inmediatamente nuestra identidad. Esto quiere decir que no hay conciencia del yo en el cuerpo, ni siquiera en el cerebro. Por el contrario esto pone en evidencia que la conciencia del yo puede separarse del cuerpo. Por eso podemos pensar al cuerpo como una casa, una morada material de nuestra conciencia, pero que no es la conciencia en sí misma. De alguna manera podemos decir que usamos al cuerpo, pero no lo somos.

Sigamos indagando, dejemos el campo material, y vayamos a campos más sutiles. Vayamos al terreno emocional. ¿Seremos realmente nuestros sentimientos, nuestras emociones?

Bien, aquí debemos notar que tanto los sentimientos como las emociones son muy inestables, muy volátiles, muy cambiantes. En un momento nos sentimos alegres y al minuto podemos sentirnos tristes. Sin embargo, siempre tenemos la misma conciencia de quienes somos. Por lo tanto debemos ser algo que está más allá de los sentimientos y las emociones.

¿Seremos entonces nuestros pensamientos? ¿Nuestra mente?

Al igual que con los sentimientos, los pensamientos varían constantemente. Nuestra mente nos lleva constantemente de un lado a otro, pero sin embargo, notaremos que quién piensa, es decir la conciencia de quienes somos está más allá de los pensamientos y de la mente. Por lo tanto, tampoco somos nuestros pensamientos ni la mente.

Evidentemente somos algo que trasciende todo lo que vimos, que va más allá del cuerpo, de las emociones y los pensamientos. Ese algo que trasciende todo eso, es nuestro verdadero yo. Nuestra esencia, lo que realmente somos, trasciende el cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental. Eso trascendente, eso que va más allá de todo, y qué es nuestra esencia, eso que somos, recibe distintos nombres en función del campo en el que estemos. Podemos hablar del Ser, del Sí mismo, del Self, del Espíritu, del Origen, del Yo Superior, del Yo Soy, de la Corriente o Chispa de Vida, o simplemente del Amor, pero en definitiva todos esos términos hacen referencia a lo mismo, a nuestra esencia, a lo que realmente somos.

Pongámosle la etiqueta que más nos guste, pero tengamos siempre en claro que nuestra esencia es lo trascendente a todo. Y como nuestra esencia trasciende todo, incluso la mente y los pensamientos, no podremos captarla a través de la razón. Sólo lograremos captar nuestra esencia experimentándola, vivenciándola, siendo.

Bien, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy. Gracias por escuchar y hasta la próxima.

Podemos hablar del Ser, del Sí mismo, del Self, del Espíritu, del Origen, del Yo Superior, del Yo Soy, de la Corriente o Chispa de Vida, o simplemente del Amor, pero en definitiva todos esos términos hacen referencia a lo mismo, a nuestra esencia, a lo que realmente somos.


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