Hola queridos amigos, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. Hoy hablaremos sobre un concepto sobre el cual trabajó el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung, nos referimos a la sincronicidad.
Jung siempre estuvo interesado por aquellos hechos que mostraban una coincidencia significativa, por aquellos hechos aparentemente disímiles que tenían una coincidencia de significado. El término que utilizó Jung para describir esas situaciones de coincidencia significativa es el de sincronicidad. La misma se puede definir como la conexión acausal entre estados psíquicos y sucesos objetivos. Es decir, se puede entender como una conexión psíquica con un evento determinado, donde es impensable la relación causa-efecto.
En una de sus obras, Jung da un ejemplo claro de todo esto que mencionamos. En el mismo Jung cuenta que en un momento decisivo de su tratamiento, una joven paciente, cuya vida estaba regida bajo la racionalidad y la lógica, soñó que le regalaban un escarabajo pelotero de oro. Mientras la paciente le relataba el sueño, Jung se encontraba sentado de espaldas a una ventana que estaba cerrada. En ese momento, Jung escuchó un ruido, como si algo hubiera golpeado suavemente la ventana. Se dio vuelta, y vio fuera un insecto volador que chocaba efectivamente contra la ventana. Abrió la misma y capturó el insecto cuando éste entró en la habitación. Cuando la paciente le preguntó qué era lo que había atrapado, Jung se percató que el insecto se trataba de un escarabajo conocido como cetonia aurata, el cual era la analogía más próxima al escarabajo pelotero de oro que podía darse en esas latitudes. Al parecer, en contra de sus costumbres habituales, el escarabajo se había visto necesitado de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. La paciente ignoraba que el escarabajo de oro era un símbolo egipcio del renacimiento, pero esa coincidencia de que el insecto apareciera en escena justo en el momento de su relato, hizo que le diera un nuevo significado al sueño; esto hizo que pudiera salir de su encadenamiento racional, le permitió liberarse de ese comportamiento lógico, comenzando así para ella un renacimiento espiritual.
Como podemos ver en este ejemplo que el propio Jung relata, se trata de una coincidencia donde hay conexión de significado. Justamente, Jung diferencia el concepto de sincronicidad con el sincronismo, siendo este último, el sincronismo, la mera simultaneidad de dos sucesos pero sin conexión de significado. En la sincronicidad, la clave está en la conexión de significado. En este sentido, la sincronicidad puede variar en trascendencia, desde el simple hecho de pensar en una persona y que la misma nos contacte, a sentirnos conectados con hechos que suceden a kilómetros de dónde estamos.
Jung sostenía que para el inconsciente, el espacio y el tiempo son relativos. Se preguntaba entonces si sería posible encontrar una ley para los sucesos sincrónicos que pudiera oponerse a la ley de causalidad de la física. A pesar de esta aparente oposición, Jung siempre creyó posible la unión de la psicología y la física. El problema fundamental de todo esto era que la sincronicidad requería de acciones instantáneas. Justamente, el término sincronicidad tiene raíz atemporal, ya que sin-cronicidad viene de sin Cronos, es decir, sin tiempo. Estas acciones instantáneas es algo que la física no permite ya que según la teoría de la relatividad especial de Einstein nada puede viajar más rápido que la luz. Es entonces aquí cuando la física cuántica entra en escena.
En 1935, los físicos Einstein, Podolsky y Rosen plantearon un experimento basado en los principios cuánticos donde se generaba una comunicación entre partículas más veloz que la luz, algo que según la teoría de la relatividad de Einstein era inaceptable. Los tres físicos se proponían demostrar así que la teoría cuántica no estaba completa. A dicho experimento se lo conoce como paradoja EPR, por los apellidos de los autores.
Para poder verificar esta paradoja, el físico irlandés John Bell propuso un ingenioso principio de desigualdad. Si las desigualdades de Bell eran ciertas, la teoría cuántica sería incompleta tal como suponía Einstein. En cambio, si la teoría cuántica era completa, esas desigualdades siempre serían violadas. Al día de hoy, absolutamente todos los experimentos realizados han arrojado como resultado una violación de las desigualdades de Bell. Esto implica que la teoría cuántica sí es completa; la conclusión a la que se llega, en términos técnicos, es que la física cuántica no es local. Esto implicaría que el mundo cuántico está sostenido por una realidad invisible sin intermediarios que permite la comunicación a una velocidad mayor que la de la luz, incluso de modo instantáneo. Esto es lo que se conoce actualmente como entrelazamiento cuántico.
Esta implicancia de comunicaciones instantáneas hace que se puedan conectar distintos lugares sin atravesar el espacio. Y es así como la sincronicidad planteada por Jung y diversos fenómenos paranormales como la percepción extrasensorial tendrían hoy una confirmación desde la ciencia, por lo menos, a nivel cuántico.
Para terminar y seguir reflexionando sobre esto, les recomiendo ver la película húngara En Cuerpo y Alma (On Body and Soul). Es una película del año 2017 que cuenta la relación que se da entre un hombre y una mujer cuando descubren que tienen la capacidad de comunicarse a través de los sueños.
Mis amigos, gracias por escuchar y hasta el próximo encuentro.