Hola queridos amigos, bienvenidos a otra reflexión de Cápsulas de Sabiduría. En el encuentro de hoy hablaremos sobre lo que se conoce como psicoterapia. Para ello, vamos a aclarar algunos términos que utilizaremos en ésta y en posteriores charlas.
El primer término que debemos aclarar es el de psicología. Como podemos notar, tanto psicoterapia como psicología, comienzan con el prefijo psico, el cual deriva de la palabra griega psyché (psique) que significa alma humana. Al día de hoy, dicho término fue perdiendo su sentido metafísico y se lo suele utilizar para hacer referencia a la mente humana. Sin embargo, nosotros seguiremos utilizando el término psyché como sinónimo de alma. De esta forma, la psicología se puede definir como el estudio de la mente o el estudio del alma.
Por su parte, el término terapia proviene de la palabra griega therapeia que significa cuidado. Por lo tanto, la psicoterapia queda definida como el cuidado de la psyché, es decir, el cuidado de la mente o del alma humana. Vale mencionar que existen diversas escuelas de psicología de acuerdo al enfoque que se haga de la psyché. Y consecuentemente, también tendremos distintas escuelas de psicoterapia.
Las principales escuelas de psicoterapia son: las llamadas psicoterapias tradicionales (que incluyen al conocido psicoanálisis y al análisis Jungiano), las terapias humanistas (que incluyen a la Gestalt y a la Logoterapia), las terapias cognitivas y conductistas, y por último, las terapias grupales. Como mencionamos anteriormente, cada escuela tiene un enfoque y una orientación determinada.
De todas formas, todas las psicoterapias tienen la misma finalidad: disolver los nudos de todo padecimiento humano, de modo que se posibilite la curación física, emocional y mental del individuo. Dicho en otras palabras, la finalidad de toda psicoterapia es simplificar el laberinto en el cual se encuentra el sujeto.
Nosotros en particular, tomaremos una integración del psicoanálisis con el análisis Jungiano, es decir, tomaremos la corriente desarrollada por Sigmund Freud (que luego fue continuada por Lacan) y la corriente desarrollada por el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (que podríamos decir, fue quien le puso la pata espiritual al análisis freudiano).
Ahora bien, ¿cuál es el gran aporte de la psicoterapia? ¿Cuál es su valor?
Según mi opinión, después de haber realizado más de seis años de psicoanálisis, la psicoterapia tiene el gran valor que genera un espacio dónde no está presente la mirada del otro, simplemente hay escucha (la del psicoanalista y la propia). El objetivo de la psicoterapia, y de la psicología en sí misma, es poder escuchar lo oculto en las palabras, poder ver las verdaderas intenciones que hay en las palabras, es decir, darnos cuenta de cuando hablamos nosotros mismos, y cuando las palabras que decimos son habladas por el otro. Es tomar conciencia de quién habla en nosotros cuando movemos nuestros labios. Cuándo hablo yo, es decir, el sujeto, el individuo y cuándo hablan los deseos de mis padres, los mandatos familiares, los arquetipos y paradigmas de la cultura. Ese es el despertar al que se dirige la psicoterapia.
Entonces, volviendo a lo que habíamos dicho, si hacemos una integración entre las corrientes de Freud y Jung, podemos decir de alguna manera que todo nuestro mundo psíquico se puede dividir en dos universos: un universo de materia, de luz, que podemos llamar universo A y un universo de antimateria, de materia oscura, es decir de sombra, que podemos llamar universo B. El plano psíquico donde estamos nosotros surge de la unión de los universos A y B, de lo creado y lo increado.
Si bien en ambos universos el sujeto será provocado por Eros y Tánatos, es decir, por la pulsión de vida y la pulsión de muerte, en cada uno de ellos tendremos presente un vínculo emocional particular. En el universo A está presente el vínculo emocional entre la madre y el hijo, es decir, la diada Madre-Hijo. El conflicto en dicho vínculo viene dado por el conocido complejo de Edipo. Podemos decir entonces, que esta parte de nuestro mundo psíquico es la propuesta por Freud.
Por su parte, en el universo B está presente el vínculo emocional entre el padre y la hija, es decir, la diada Padre-Hija. El conflicto en dicho vínculo viene dado por el complejo de Electra, y por lo tanto, en esta parte de nuestro mundo psíquico vamos de la mano de Jung.
Ambos complejos, el de Edipo y el de Electra, son los dos grandes conflictos que debe transitar el sujeto en su vida psíquica. El individuo debe situarse más allá de ambos complejos. ¿Para qué? Para dar respuesta desde el Sí mismo. Para salir del universo de los argumentos creados por el otro. No se puede dar repuesta si no se sitúa más allá de las diadas.
Para situarse más allá de las diadas hay que resignificarlas. ¿Y cómo se resignifican? Desde la figura del padre o la madre, permitiendo que los hijos crezcan, que sean ellos mismos (es decir, no ser un padre opresor o una madre sobreprotectora). Y desde la figura del hijo o la hija, ungiéndose ellos mismos, siendo los portadores de su propia luz. Siendo los constructores de su propia realidad. Eso es ir más allá del rol, más allá del arquetipo. Ahí nos liberamos de ser padre, de ser madre, de ser hijo, de ser hija. Somos libres. A eso apunta la psicoterapia.
Bueno, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy. Gracias por escuchar y hasta la próxima.