Hola queridos amigos, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. Hoy hablaremos sobre uno de los excesos más notorios de nuestra época, la explotación a la que es sometida la Tierra, nuestro planeta.
El proceso de transformación económica y tecnológica que se dio a partir de la Revolución Industrial disparó la contaminación del planeta y la explotación de la Naturaleza. Si bien los productos de la tecnología son frutos de la Naturaleza, y la tecnología en sí misma es importante para adaptarnos al medio y satisfacer nuestras necesidades, el problema comienza cuando vemos a la Naturaleza como algo externo a nosotros, cuando nos sentimos los dueños del planeta.
Cuando disponemos de la Naturaleza bajo ese contexto, es cuando comenzamos a manipularla y destruirla al servicio de una ambición desmedida, ambición y codicia que sobreviene del paradigma actual de nuestra época, donde todo es válido para aumentar la fama y la riqueza.
En este sentido, el filosofo alemán Martin Heidegger hace un análisis particular de la tecnología. Bajo dicho término Heidegger se refiere a una manera específica de ver al mundo, una concepción bajo la cual todos los seres del mundo, todas las cosas que nos rodean están para que nosotros las consumamos. De esta forma, la Naturaleza, el planeta en su totalidad se convierte en algo que existe exclusivamente para nuestros propósitos. Todo lo que existe está allí para nuestro provecho, para nuestro beneficio, todo lo que hay se transforma en un recurso disponible. En vez de ver un mundo repleto de otros seres, cada uno con su existencia independiente, lo vemos como una fuente de recursos de los cuales podemos disponer a nuestro gusto. Esta actitud con la que vemos al planeta y a los seres que hay en ella nos hace creer que todo existe por y para nosotros. La Naturaleza está ahí para ser usada y explotada.
Y así, bajo esta mirada es que llegamos a los problemas actuales: deforestación, calentamiento global, contaminación del suelo, del aire y de las aguas, falta de agua potable, superpoblación y como frutilla del postre tenemos todo el arsenal armamentístico que incluye armas nucleares, químicas y bacteriológicas. Bajo ese combo de eventos, el planeta está siendo sometido a una depredación nunca antes vista.
Como habíamos visto anteriormente en la charla sobre la conciencia, podemos considerar al planeta en sí mismo como un ser que tiene su propia conciencia, un ser con su propio Espíritu. Esta mirada de considerar al planeta como un ser viviente, es la que tenían las culturas iniciáticas de la antigüedad. Una visión de reconocimiento y gratitud hacia el ser que nos da sustento: la Pachamama, la Madre Tierra.
En definitiva, la tecnología de la que nos habla Heidegger es una forma de exponer esa violación a la que sometemos a la Tierra, nuestro planeta. Y es por eso que muchas personas consideran a las fuerzas desencadenadas de la Naturaleza, como una respuesta del planeta ante su continua violación, ante su continua explotación.
Por eso, la relación con la Naturaleza y el planeta la podríamos encarar más sabiamente si nos sintiéramos parte de ella, no sus dueños. Surgiría una relación totalmente distinta si nos concibiéramos como una parte más de una armonía que nos envuelve y nos trasciende. Esta era la mirada que tenía el filósofo Baruch Spinoza, para quien la Naturaleza no es más que el cuerpo supremo, un cuerpo de una complejidad infinita. Para Spinoza, la Naturaleza, Dios, la Sustancia, el Ser, el Todo, la realidad pueden ser considerados sinónimos. Sólo dándonos cuenta de que formamos parte de algo mayor que nos incluye cambiaremos la relación que tenemos con el planeta.
No se trata de volvernos ecologistas de un día para el otro, sino de tomar conciencia de que somos un ser entre muchos, un ser que es parte de un ser más abarcador.
Bueno mis amigos, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy.
Gracias por escuchar y hasta la próxima.