Hola queridos amigos, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. Hoy hablaremos sobre uno de los aportes más importantes que realizó el filósofo alemán Hegel, nos referimos a la dialéctica del amo y el esclavo.
Hegel fue uno de los filósofos más influyentes y ambiciosos, al punto que fue él quien concibió el último gran sistema del pensamiento occidental, un sistema con el que pretendió comprender y explicar todo lo pensable.
La introducción a dicho sistema se presenta en su famosísima obra la Fenomenología del Espíritu. En dicha obra, se exploran las distintas formas de conciencia, desde la mera conciencia sensible, a la autoconciencia y el saber absoluto. Los seres humanos somos la instancia del universo donde éste se hace autoconsciente, es decir, cuando la conciencia se percata de sí misma. Justamente por esto es que Hegel señala que el absoluto está en nosotros.
Bien, en el sistema filosófico de Hegel todas las categorías racionales están relacionadas entre sí de una forma dinámica que el propio Hegel llamó movimiento dialéctico. En dicho movimiento, una afirmación o tesis supone siempre su negación o antítesis y la diferencia entre ambas resulta superada en una síntesis que a su vez supone su negación y así sucesivamente. Este movimiento sin fin sería el movimiento del propio pensamiento.
Para Hegel, el movimiento del pensamiento en vez de avanzar en forma lineal, avanza a través de contradicciones; la realidad es cambiante, está hecha de oposiciones que se van integrando entre sí, a través de una síntesis superadora que contiene a todos los contrarios. Toda afirmación que se realiza implica también su negación. La integración de ambas, de la afirmación y de la negación, se da en la síntesis.
Es decir, se da un movimiento dinámico hacia la totalidad, siendo la totalidad un proceso superador que preserva lo que supera. En ese movimiento del pensamiento y de la historia misma, nada se pierde ni se destruye, sino que se eleva y se preserva como en una espiral, es un movimiento orgánico, no mecánico.
Dentro de ese proceso es donde se enmarca la dialéctica del amo y el esclavo. La dialéctica del amo y el esclavo plantea el origen de la historia. Para Hegel la historia comienza cuando se da un encuentro mítico entre dos autoconciencias, entre dos conciencias libres. En ese encuentro se produce el enfrentamiento entre dos deseos.
Básicamente, ambos buscan que el otro se le someta y lo reconozca. Este enfrentamiento mortal, esta lucha a muerte, tiene una resolución porque una de las dos conciencias tiene miedo, miedo a morir. En una de las conciencias, es más fuerte el temor a morir que el deseo de ser reconocido por el otro. Esa conciencia encarna la figura del esclavo. La otra conciencia, el amo, es la figura del aparentemente triunfador de ese enfrentamiento.
Sin embargo, si se analiza con profundidad, el amo queda insatisfecho de esta relación ya que quien lo reconoce termina siendo un esclavo y no un ser libre. Entonces, el amo pone al esclavo a trabajar para él. En ese momento, el esclavo descubre que su trabajo sobre la materia, al ser transformada, tiene una relación creativa hacia el mundo que le rodea; es el esclavo quien construye al mundo. Podemos ver entonces que el esclavo queda bajo un marco de actividad y el amo bajo un marco de pasividad. Quien termina siendo humano en definitiva es el esclavo, y quien termina siendo una cosa, un objeto es el amo.
La dialéctica en este caso queda conformada de la siguiente manera: tenemos las dos conciencias que se enfrentan. Una de ellas, el esclavo, se termina sometiendo a la otra, conformando así la negación del amo. Sin embargo, al ser el esclavo el creador del mundo que le rodea termina superando al amo, logrando mediante este proceso una instancia superadora a la anterior.
Si analizamos esta dinámica bajo el tamiz de los paradigmas y arquetipos, es decir bajo la mirada del deseo del otro, podemos decir que el amo es el arquetipo y el esclavo es quien lo sigue, quien acepta el deseo del otro. Incluso, si lo analizamos aún más, podremos ver que el sistema nos obliga en todo momento a quedar como amo o como esclavo.
Quien no conoció a alguien que siendo empleado, y sintiéndose perjudicado y sometido, cuando pasó a una posición de poder se convirtió en un amo; es él quien somete ahora a los que antes eran sus compañeros. Incluso dentro de la familia se da este esquema de amo y esclavo, no sólo en lo laboral.
La realidad es que no hay que estar en ninguno de los dos designios, ni amo ni esclavo. Sino que debemos dar respuesta desde nosotros, para que triunfe el Sí mismo y nos liberemos de cualquier designio, de cualquier mandato. En última instancia mis amigos, el único amo que debemos admitir en nuestras vidas es el Sí mismo, nuestro Espíritu.
Hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy.
Gracias por escuchar y hasta la próxima.