Hola queridos amigos, bienvenidos a un nuevo encuentro de Cápsulas de Sabiduría. En el día de hoy reflexionaremos sobre la conciencia, buscaremos ver de qué se trata y cuáles son las concepciones que se tienen actualmente sobre la misma.
El término conciencia puede tener varios significados: desde el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno (el cual lleva implícito la definición de ser) a aquel que relaciona la conciencia con la experiencia sensoria y emocional. Incluso, también puede referirse a la moral, es decir, al conocimiento de lo que está bien y lo que está mal.
En esta charla nos enfocaremos en analizar el primer significado que mencionamos, es decir, a la capacidad que tiene un ser para percibir la realidad y reconocerse en ella. Dicho significado es el más trascedente de los tres, ya que si bien podemos percibir diversas sensaciones, como la imagen, el sonido y el sabor, o bien experimentar diversas emociones, como la alegría, el dolor y el placer, siempre detrás de esas sensaciones y emociones hay alguien que las experimenta. Es el sujeto, en definitiva, quien experimenta el mundo. Cada uno de nosotros es consciente. La conciencia es un hecho. Y eso es lo que trataremos de explorar en esta charla.
Bien, ¿qué dice la ciencia sobre este tema? ¿Hacia dónde está yendo respecto a la conciencia? En general, el estudio de la conciencia por parte de la ciencia siempre estuvo centrado en la búsqueda de correlaciones, es decir, en encontrar las áreas del cerebro que se vinculaban con algunos estados de la conciencia. Por ejemplo, detectar las zonas del cerebro que se vinculan con la visión o la audición. Por supuesto que estos estudios son interesantes, y conocer a fondo el funcionamiento del cerebro es muy importante; sin embargo, las neurociencias siempre se hacen preguntas de carácter objetivo, preguntas que sólo buscan explicar el comportamiento del cerebro humano. En definitiva, se trata de una concepción reduccionista, materialista, basada exclusivamente en el cerebro. Bajo ese cristal, siempre vamos a llegar a la conclusión de que nuestra conciencia se genera en el cerebro al momento de nacer y desaparece cuando morimos.
Sin embargo, además de esta visión reduccionista, la ciencia también comenzó a ir por otros caminos. Como afirma el filósofo David Chalmers, actualmente hay dos concepciones interesantes. Una de ellas es la que postula que la conciencia es un concepto fundamental. Para los físicos, que un concepto sea fundamental significa que el mismo no se puede explicar en términos de algo más básico. Serían algo así como los pilares o ladrillos a partir de los cuales se sostiene el universo y todo lo que existe. Por ejemplo: el espacio, el tiempo y la masa. Y la conciencia entonces, sería uno más de esos ladrillos fundamentales del que está hecho el universo. Por supuesto, habría que descubrir entonces las leyes que gobiernan a la conciencia; así como actualmente tenemos las leyes de gravedad y de mecánica cuántica, habría que ver como la conciencia se vincula con todas ellas.
La otra concepción interesante que está planteando la ciencia, y que es la que a mí más me resuena en este momento, es la idea que la conciencia es universal. Es decir, que absolutamente todo lo que existe tiene un grado de conciencia. No solamente nosotros tenemos conciencia, no solamente los seres vivos tienen conciencia sino también las partículas elementales. Seres humanos, animales, vegetales y hasta electrones y fotones tienen conciencia. De esta forma, si aceptamos que las partículas elementales tienen algún grado de conciencia, todo lo que existe, animado e inanimado también lo tendrá. La idea no es creer entonces que una silla pueda pensar o ser inteligente, sino que las partículas que la componen puedan tener algún elemento subjetivo, algún precursor primitivo de la conciencia.
En este sentido, se podría vincular de algún modo a la conciencia con la información. De esta forma, siempre que haya algún procesamiento de información, habrá conciencia. Si ese procesamiento es complejo, como en el caso de un ser humano, entonces la conciencia es compleja. Si ese procesamiento de información es simple, entonces la conciencia es simple.
El psiquiatra italiano Giulio Tononi desarrolló esta teoría en profundidad, la cual se conoce como Teoría de la Información Integrada. En su desarrollo, Tononi obtuvo una medida matemática de la integración de la información. Dicha medida, a la que llamó phi, mide el grado de información integrada en un sistema. Y la idea es que phi esté vinculada de algún modo a la conciencia.
De esta forma, como en un cerebro humano hay un grado muy alto de integración de información, habrá un grado alto de phi, es decir, mucha conciencia. En un gato, como hay un grado medio de integración de información, aunque aún significativo, el grado de conciencia es bastante importante. Pero cuando se llega a microbios o partículas, el grado de phi decae. El nivel de integración de información es menor, pero no es cero. En la Teoría de la Información Integrada, siempre habrá un nivel de conciencia diferente de cero.
Bajo esta concepción surgen varias preguntas: si la conciencia es intercambio de información, entonces ¿el planeta Tierra tiene su propia conciencia? ¿Cada planeta tiene su propia conciencia? ¿El universo mismo tiene su propia conciencia? ¿Qué consecuencias éticas habría con la inteligencia artificial? Y por último, ¿es la conciencia lo que da sentido o valor a la vida? Interesantes preguntas, ¿no?
Otro punto llamativo que surge de todo esto es lo siguiente: como dijimos, si pensamos a la conciencia como un intercambio de información, todo lo que existe tendrá conciencia, desde un átomo a una flor. Entonces, cuando algo inanimado se desintegra, o cuando un ser vivo muere, las partículas conscientes que lo definían pasarán a integrar otros cuerpos y sistemas. Sería algo similar a lo que afirma la Física con la energía, la conciencia en sí misma no se pierde sino que se transforma, como si fuera reabsorbida por algo mayor.
Una analogía que podría ayudar a entender esto último, es la de la gota de agua y el mar. Durante la vida nos podemos pensar como gotas de agua que recorren el mundo hasta que en el momento de nuestra muerte regresamos al mar. Somos reabsorbidos por algo mayor que nos incluye, en un ciclo donde nada se pierde sino que se transforma. La pregunta que nos podemos plantear aquí entonces es, ¿en el momento en que la gota de agua es reabsorbida en el mar, sigue manteniendo conciencia de sí misma, o la pierde? Qué pregunta, ¿no? En el momento de la muerte, ¿perdemos conciencia de quienes somos?
Dos libros para reflexionar sobre esto son Pachita de Jacobo Grinberg y El Universo Informado de Ervin Laszlo. En el primero de ellos, Pachita, el autor nos cuenta que siempre se hacía la pregunta de si al desencarnar seguiríamos manteniendo la conciencia de sí mismo, y con la historia de Pachita logra responderse esa pregunta (para aquellos que son curiosos, les cuento que sí, la respuesta a la que llega Jacobo Grinberg es que sí seguimos manteniendo nuestra conciencia). Por su parte, en el libro el Universo Informado se plantea el hecho de que todo el universo está integrado mediante un campo global, es decir, se plantea la idea de un campo de información como sustancia de todo lo existente. En dicho campo estaría el origen tanto de las manifestaciones físicas como de las psíquicas. Sin dudas, dos buenas referencias para seguir reflexionando sobre el tema.
Bueno mis amigos, hasta aquí llegamos con la reflexión de hoy. Gracias por escuchar y hasta la próxima.