Hola queridos amigos, bienvenidos a Cápsulas de Sabiduría. Hoy nos ocuparemos de algo muy importante, haremos un análisis crítico del sistema actual, un análisis profundo y ácido del sistema en el que vivimos.
El sistema actual, al cual lo podríamos enmarcar dentro de lo que hoy denominamos Capitalismo, tuvo dos hitos fundamentales en la historia que auspiciaron su concepción y dominancia. El primero de ellos fue la Revolución Industrial que se dio hacia fines del 1700 en Gran Bretaña y se extendió durante el 1800 al resto de Europa y Estados Unidos. Dicho evento produjo un marcado aumento en la productividad basado sobre todo en la razón y la innovación científica.
El segundo hito fue la abolición de la esclavitud y la consecuente consolidación de los mercados que se dio en el mundo durante el siglo XIX, y cuyo exponente principal viene dado por la guerra civil de los Estados Unidos, conocida como guerra de Secesión. El principal motivo que había para abolir la esclavitud no era ni más ni menos que el de seguir aumentando la productividad. Con la proliferación de los mercados y las maquinarias listas para producir, el sistema resultaba más productivo con personas “libres” que con esclavos. Y así el capitalismo se fue abriendo paso con los años hasta consolidarse de tal manera que hoy día rige nuestras vidas en todos los ámbitos.
La primera pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿realmente se abolió la esclavitud en el siglo XIX? ¿O todavía sigue existiendo?
Por supuesto, el tipo de esclavitud presente en el antiguo Egipto, Grecia, Roma o la Edad Media ya no existe, sin embargo, en términos simbólicos podríamos afirmar que la esclavitud no se abolió, sino que sigue existiendo. Hoy somos esclavos del sistema, del paradigma que de él se desprende.
¿Y cuál es el paradigma del sistema en el que estamos? ¿Cuál es el arquetipo, el modelo que impone el sistema?
Pues bien, todo apunta a que nos olvidemos de nosotros, todos los paradigmas actuales apuntan a que nos olvidemos de nosotros, que lo más importante está afuera, en el dinero, en la imagen, en el poder, en el éxito. Todo se mide en términos económicos. La frase por excelencia de esta época es que el tiempo es dinero. Todo es una transacción, todo es dar y recibir. Doy, pero me fijo cuanto voy a recibir a cambio. Estamos regidos por la relación costo/beneficio. Todo tiene que dar beneficio para que tenga valor. Si no hay beneficio, no hay valor. El mundo nos pide que siempre hagamos este análisis. Nadie se puede ir de este marco.
Pensemos en los trabajos actuales. Todo es mecánico, repetitivo, rutinario. El sistema para que funcione, necesita empleados, necesita que seas un empleado, y a cambio de tu tiempo, de tu energía, de tu vida, sólo te da lo necesario para vivir (y a veces ni eso). Somos los engranajes de una máquina que no para, no descansa. Por lo tanto, ¿realmente se abolió la esclavitud? ¿O seguimos siendo esclavos del sistema? Ahora, esclavos, bajo la figura del empleado, ya sea rural, industrial o del tipo que se te ocurra. Una buena representación de esto que estamos diciendo, de ser un engranaje más de todo el sistema, está brillantemente plasmada en la película Tiempos Modernos de Charles Chaplin.
Actualmente todo el sistema te va drenando gota a gota, sólo una gota por día, por eso no nos damos cuenta. Hay que pagar las cuentas a fin de mes, hay que pagar las cuotas de la tarjeta, y por lo tanto hay que generar más trabajo, con uno solo no alcanza. Y se nos va media hora para ir al banco, quince minutos con otro trámite, veinte minutos esperando en el teléfono, y otro tanto respondiendo mails y mensajes intrascendentes. Silenciosamente, el sistema nos va quitando la energía vital. Claramente el espíritu de esta época viene dado por las cargas, la pesadez de la existencia, el esfuerzo, el trabajo. Todo cada vez es más complicado, cada vez necesitamos más tiempo, todo es más trabajoso. En resumen somos esclavos, seguimos siendo esclavos. Y mientras tanto, la vida pasa, la energía vital se va drenando, nos vamos consumiendo, y cada vez más somos muertos en vida.
Algo para puntualizar es que el sistema se vuelve tan frío, que todo pasa a ser mercancía. Ante los ojos del sistema somos mercancía, y por lo tanto, nos volvemos descartables. Si estás enfermo no servís. Si sos anciano, menos aún. Hay una deshumanización total. Y para colmo, el sistema no hace más que exacerbar la competencia. Todo el tiempo estamos compitiendo unos con otros por generar más beneficio, más rentabilidad (una película muy buena que expone el tema de la deshumanización, de ver todo como mercancía es Soylent Green de 1973).
Como vemos, el sistema está diseñado para que una vez que nos subimos en él, no nos podamos bajar. Y esa lógica no solo funciona a nivel individual si no también a nivel colectivo. Veámoslo a nivel país. Prácticamente todos los países del mundo están endeudados. Pero entonces, y analicemos esto con atención, ¿Si todos los países son deudores, a quién le deben? Incluso el país más poderoso del mundo, Estados Unidos, está endeudado. Entonces, en términos generales ¿a quién le debemos realmente cuando debemos algo? Pareciera que el dueño al que se le debe es invisible, ¿no es así? Por lo tanto, ¿quién es el dueño invisible al que se le debe?
Una respuesta podría ser que el dueño invisible es el propio sistema, el mercado, es el mismísimo paradigma quién está devorando a la humanidad. El dueño invisible al que siempre le debemos es el paradigma en el que vivimos y dicho arquetipo es la causa de la realidad actual. Quizás ahora le podamos dar otro significado a la famosa frase de Adam Smith, el padre del capitalismo, que hace referencia a la mano invisible del mercado.
Querido amigo, querida amiga, creo que vale la pena hacernos varias preguntas. ¿Será el propio paradigma del sistema a quién le debemos, y por eso es invisible? ¿Serán los pensamientos derivados del paradigma actual a quién le debemos? Y la realidad que vivimos, ¿será la materialización de esos pensamientos? ¿Tú qué crees? Sin dudas, para reflexionar.
Bueno, para cerrar y seguir meditando sobre todo esto les recomiendo escuchar el tema Society de Eddie Vedder, una canción que expone sin tapujos la sociedad en la que vivimos.
Gracias por escuchar y hasta el próximo encuentro.